Los sistemas de almacenamiento de energía son una inversión valiosa para empresas e instituciones que enfrentan o podrían enfrentar eventuales problemas con el suministro eléctrico. Sus beneficios en términos de continuidad operativa, eficiencia, integración con energías renovables y ahorro de costos los convierten en una opción estratégica para mejorar la resiliencia y sostenibilidad energética.
Ofrecen continuidad operativa, es decir, garantizan la operación continua de equipos y sistemas críticos durante cortes de energía y además reducen los tiempos de inactividad pues minimizan las interrupciones en los procesos productivos y de servicio, evitando pérdidas económicas.
Almacenan energía durante períodos de baja demanda y la liberan durante picos de consumo, reduciendo la carga en la red y optimizando el uso de energía. Se da también una menor dependencia en generadores de emergencia al reducir la necesidad de encender generadores diésel u otros de respaldo que pueden ser costosos, contaminantes y pueden tener dificultades, según la localización, para conseguir el combustible, los repuestos o hacerles mantenimiento.
Los SAEB por baterías tienen gran adaptabilidad puesto que es posible instalarlos en una gran variedad de entornos, desde pequeñas instalaciones comerciales hasta grandes plantas industriales. La única limitante y habría que estudiarlo con atención, son los lugares con temperaturas frías en extremo.
Existe una gran facilidad para aumentar la capacidad de almacenamiento puesto que esto se logra simplemente agregando más unidades según las necesidades.
Estos sistemas son óptimos para el almacenamiento de energía renovable pues pueden almacenar energía generada tanto por fuentes tradicionales, incluyendo generadores diésel o a gasolina de emergencia, como por fuentes renovables (eólica, solar) la cual se acumula en la medida que se produce y puede ser usada cuando estas fuentes no están disponibles (por ejemplo, de noche o en días nublados). Adicionalmente, estos sistemas son de gran ayuda en la reducción de la huella de carbono pues por su misma razón de ser estimulan y fomentan el uso de energías limpias y contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Entregan estabilidad en el voltaje y la frecuencia ayudando a mantener un suministro de energía estable, protegiendo equipos sensibles de fluctuaciones y picos de voltaje. Así mismo, mejoran la calidad de la energía al reducir el ruido eléctrico que puede dañar dispositivos electrónicos.
Un SAEB conduce sin duda a que se pueda dar una reducción de tarifas pues permite hacer uso de la energía almacenada durante horas pico, cuando las tarifas eléctricas son más altas, ahorrando costos. En ese mismo orden de ideas, es posible evitar penalizaciones, de existir estas, por consumo excesivo de energía durante picos de demanda.
En situaciones de emergencia o desastres naturales un sistema de almacenamiento con estas características proporciona una fuente de energía confiable y actúa además como una capa adicional de protección en la infraestructura energética, mejorando la resiliencia del sistema.
§ La existencia de un sistema de almacenamiento conduce a un menor uso de generadores de respaldo a base de combustibles fósiles lo que contribuye a la transición energética toda vez que también es un facilitador para la adopción de un sistema energético más sostenible y menos dependiente de fuentes no renovables.
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